En 2020, documentos desclasificados como parte del archivo del Papa Pío XII revelaron que el cardenal de Francia, Pierre-Marie Gerlier, había prestado colaboración a través de sus allegados para ocultar a los niños cuando su familia intentaba rescatarlos.
Las hermanas del convento dejaron a los niños con la directora de la escuela, Antoinette Brun.
[3] Marguerite Fischel solicitó ayuda al alcalde de Grenoble, al ministro de Asuntos Exteriores francés y a la Cruz Roja, pero no tuvo éxito.
[5] En 1952, los chicos Finaly revelaron que sólo veían a Brun dos o tres veces al año.
Brun perdió su apelación final en julio del mismo año, pero no presentó a los niños como se le ordenó.
[2] Luego, las monjas trasladaron a los niños entre instituciones católicas en Lugano, Suiza, París, Voiron, Marsella y Bayona, donde fueron escondidos bajo los nombres de Francois Martella y Antoine Olivieri.
Schwartz vivía en Gmuend, Austria, después de regresar del exilio en Shanghái.
Schwartz estaba al tanto del caso de custodia y no proporcionó una declaración firmada.
En la carta, Brun se ofreció a pagar el billete de tren de Schwartz para que pudiera visitar a los niños en un monasterio franciscano en Estrasburgo.
Schwartz se negó y presentó una declaración jurada detallando sus tratos con Brun.
[2] Fue puesta en libertad en noviembre, decisión a la que se opuso la fiscalía.
La decisión resultó en una mayor cobertura mediática e interés en el caso.