La ejecución de este recinto, construido por gentes de tradición de la Edad del Bronce, se fecha en un contexto coetáneo a la presencia fenicia en Andalucía, en un momento que permitirá entender las relaciones establecidas entre ambas comunidades y la génesis del mundo ibérico.
Las intervenciones han permitido datarlo a principios del primer milenio a. C., por lo tanto se adscribe a un horizonte cultural del Bronce Final.
El elemento más conocido es la muralla, siendo su sector norte el más documentado, donde se ha constatado que esta se apoya directamente sobre el suelo natural, excepto en las zonas en las que para salvar el desnivel se construye una zarpa o zócalo de grandes mampuestos.
En el recinto destaca, por la época a la que se adscribe, un lienzo de muralla que conectaría con una posible torre avanzada que cumple una doble función, por un lado facilitar el acceso a un acuífero ubicado a los pies de dicha torre, que garantizaba el suministro de agua, y por otro lado la defensa desde una de las vaguadas.
Aparte de los elementos estructurales se han recuperado en los diversos trabajos de excavación una serie de bienes muebles, en concreto cerámica a mano y bruñida, donde predominan los cuencos carenados con perfiles suaves en S, así como ollas con motivos incisos, aunque también se han registrado algunos casos de cerámica a torno que se corresponderían con ánforas fenicias.