Castillo de Cortegana

Este complejo defensivo es el fruto de las reformas y ampliaciones llevadas a cabo entre los siglos XIII al XVI.

Desde antiguo este recinto estuvo habitado acogiendo entre los muros de la barbacana al primitivo poblado.

La comarca serrana sería conquistada a los musulmanes alrededor de 1246 por los caballeros hospitalarios portugueses.

Estos se asentarían en ella de forma reconocida y estable, durante al menos dos décadas, tomando como bases principales las vecinas localidades de Aroche y Aracena.

Durante las siguientes tres décadas el curso de este río fue una frontera natural que alejaría las tensiones al incorporarse para Castilla las fortalezas de Serpa, Moura y Mourao que pasaron a ser los nuevos puestos fronterizos.

O sea, durante su reinado Cortegana no ofrecía un valor estratégico que justificara esa cuantiosa inversión.

Su traza sencilla esta caracterizada por conformar un recinto simple de forma rectangular con torres cuadradas en las esquinas, pudiendo estar reforzado el lienzo norte con alguna torre intermedia, portón principal con orientación a naciente, postigo generalmente orientado al sur, patio abierto sin construcciones y la existencia de un aljibe para resistir un posible asedio.

También aparecen nombrados por primera vez en ese documento los vecinos castillos de Torres y Encinasola.

La fortificación se compone de tres estructuras arquitectónicas distintas, que son: la cerca, el alcázar y los antemurales.

Además, parece que también tuvo un postigo de menor envergadura en el lado oriental.

La distribución interior del alcázar comprende dos grandes sectores: el patio de armas y el palacio, zona residencial propiamente dicha.

Su subsuelo esta ocupado por un aljibe horadado sobre roca caliza, la misma utilizada para levantar los propios muros de la fortaleza.

Su frente este está ocupado por la gran fachada del palacio, gran paredón liso solamente articulado por los vanos que constituyen las entradas a sus dos plantas y por tres pequeñas ventanas que dan luz a las estancias interiores.

Todos estos vanos, de pequeñas dimensiones, presentan arcos rebajados y jambas con marcado derrame interior.

Estas estructuras, constituidas por muros de baja altura, tendrían como objetivo dificultar el acceso directo al alcázar y, en algunos textos, recibe el nombre de revellín, barrera o padrastro.

Imagen nocturna del castillo durante la celebración de la Feria Medieval, en el mes de agosto
Panorámica de Cortegana desde el castillo