Aunque algunas fuentes atribuyen el origen del castillo en el siglo VIII para defender el paso de Las Rocasses, no es hasta el siglo XIII que queda documentada su reconstrucción por el noble Alberto de Santromá.
En 1360, Pedro IV vendió a carta de gracia el castillo al matrimonio Cruïlles, con los imperios y la jurisdicción criminal, reconociendo también la donación que Jaime I había hecho del castillo.
Durante el siglo XIV, tras varios derribos, el castillo fue ensanchado y se construyó una capilla en honor a la Virgen de Creixenturri.
Los terremotos de los años 1427-1428 iniciaron la ruina definitiva del castillo.
En 1554 el virrey marqués de Tarifa mandó destruir el castillo que, abandonado y medio derruido, se había convertido en un escondite de bandoleros durante las luchas entre nyerros y cadells.