Cerca de ella corre el río Arba, afluente del Ebro.
Sin embargo, la fortaleza actual no puede coincidir por estilo con la del siglo XII, por lo que se considera que hubo un castillo anterior al actual datado en el año 1125, fundado por Alfonso I El Batallador.
En 1452 volvió a sufrir ataques navarros, al igual que otras localidades fronterizas.
Se aprecia en él la transición del modelo de castillo arcaico -entendido como una torre principal al interior del recinto amurallado-, pasando a ser una especie de ciudadela defendida por torres y muros en su periferia.
Los muros están construidos en piedra labrada, en sillares perfectamente trabajados y colocados en hileras horizontales.
Dos pilastras en cada ángulo sustentan arcos apuntados, y en el diedro que forman las mismas, columnas rematadas en capitel con decoración geométrica muy sencilla en la que apean las nervaduras triples de la bóveda de crucería.
Durante muchos años la fortaleza de Sádaba se mantuvo en total y absoluto abandono.
En su interior se organizan actividades culturales, como exposiciones de arte y talleres.