La fortaleza original fue conquistada por Alfonso VII de León que la cedió a la Orden del Temple.
Dos años más tarde el mismo monarca decidió entregárselo a la Orden de Santiago.
Durante la invasión francesa de la península el castillo fue destruido para evitar que en el mismo se refugiaran guerrilleros españoles.
La propiedad del castillo recae en manos privadas siendo su estado el de ruina.
Parte del recinto en la actualidad se utiliza como cementerio municipal.