[7] Ese días las campanas repicaron desde temprano, y se hicieron estallar numerosos cohetillos.
El historiador Domingo Juarros considera que en aquellas diversiones se gastaron cincuenta mil pesos.
[4] En 1804, el arzobispo Peñalver y Cárdenas decidió crear la parroquia de El Señor San José en Antigua Guatemala, la cual incorporó a tres parroquias provisionales que funcionaban en las antiguas iglesias de Candelaria, San Sebastián y Los Remedios.
[16] Los retablos que tiene esta nueva parroquia no son los originales de la catedral: fueron elaborados en 1856.
[18] No solamente se destruyó completamente el pueblo de Parramos,[19] [20] sino que bandas de forajidos armados con cuchillos y otras armas punzocortantes intentaron asaltar a los damnificados y robarles lo poco que les quedaba; afortunadamente, las bandas fueron capturadas por la policía del gobierno del general Justo Rufino Barrios y ejecutadas sumariamente.
[18] Otro testigo indicó que el pueblo de San Miguel Dueñas quedó totalmente destruido, y quienes lograron sobrevivir salieron huyendo buscando áreas más seguras.
[21] En 1897, la escritoria Ariza Poitevín describió así las condiciones en que se encontraban las ruinas de la Catedral: «había numerosos templos y edificios arruinados por cuyas grietas salían gruesas raíces de los árboles que habían crecido producto del abandono en que se encontraban las estructuras; la Catedral se podía visitar, pero con dificultad ya que era tal el descuido que el ambiente era fétido y húmedo y abundaban aves nocturas y murciélagos, dándole al lugar un aspecto tétrico y sombrío».
A través de una puerta lateral se ingresa a la nave principal en ruinas y se pasa debajo del domo central donde los pilares están ricamente adornados por ángeles y relieves en forma de laberinto; o bien, se puede subir al techo y caminar con dificultad sobre la vegetación que ha crecido sobre las vigas que une a las domos en forma de huevo.»[23]