La imagen muestra a una mujer de pie frente al espectador y un hombre agachado dándole la espalda.
[3] Los ojos muy abiertos miran directamente al espectador y los brazos doblados con las manos agarrando las sienes, en un gesto clásico que expresa conmoción.
Al fondo se elevan los esbeltos troncos de un bosque que Bischoff define como pinar.
A la izquierda y debajo, la escena está limitada por dos elementos en forma de marco.
[6] Las formas se simplifican mucho, la objetividad parece disolverse sobre todo en el primer plano.
[5] Para Arne Eggum y Tone Skedsmo, los elementos del paisaje repiten las poses de las figuras: los árboles verticales toman la posición erguida de la mujer,[2] el hombre agachado recuerda a las piedras redondas.
[9] La primera litografía introduce un elemento pictórico más: el humo forma una gran cabeza de mujer maquillada sobre la pareja del cuadro.
El cabello se riza como serpientes y recuerda a la cabeza de una gorgona.
Muy diferente es la postura erguida y triunfante de la mujer que ya se alisa el cabello.
Como suele ser el caso de Munch, en la relación entre los sexos ella es la más fuerte que derrota y destruye al hombre.
[13] La impotencia masculina impidiendo una relación sexual también es otra interpretación frecuente del motivo.
Según Arnold, suele aludir al propio pintor, una especie de autorretrato en el que expresa sus sentimientos.
[2] Tone Skedsmo lo expresa: “El amor está muerto, reducido a cenizas; se ha convertido en soledad y desesperación.