En 1998 se asignaron estos fósiles a una nueva especie.
Su análisis ha permitido determinar que la longitud del caparazón era de unos 40cm aproximadamente (un tamaño menor que el de la tortuga de espolones africana), y que su esqueleto era mucho menos robusto que el de su pariente continental.
La reducción del tamaño y la robustez eran probablemente una adaptación al ambiente insular.
[3] Aunque la isla de Sal es hoy en día muy árida (casi desértica), se conocen fósiles de plantas en la isla propias de entornos mucho más húmedos, tales como carrizos (género Phragmites) o marmulanos (género Sideroxylon).
Estos restos no se han asignado a ninguna especie, por lo que se desconoce si pertenecían también a Centrochelys atlantica o a otra tortuga endémica de Maio.