Cerchia dei Navigli

La nueva cinta, más amplia, protegía la ciudad tal y como se había expandido con el paso de los siglos y sobre todo captaba también las aguas del Olona, hasta entonces tributario directo del Vettabbia.

Federico I Barbarroja se aprovechó de esta situación: en 1162 arrasó la ciudad y dispersó a los milaneses en diferentes aldeas.

El viejo foso, superado militarmente, fue protagonista del bienestar de la ciudad: allí se desarrollaron comercios como los de la agricultura, por ser centro regulador del sistema de riego, y las múltiples actividades que el flujo del agua hacía posible: molinos, prensas, martillos...

Algunas de estas actividades sobrevivieron hasta la transformación del foso en Cerchia dei Navigli.

Las puertas de la ciudad que se abrían en las murallas a lo largo de la actual Cerchia eran ocho y once las pusterle o poternas, puertas de menor importancia:[2]​ A estas se añadió, en 1486, la Porta Lodovica (al final del actual Corso Italia), hecha abrir por Ludovico el Moro para facilitar el acceso de los peregrinos a la cercana Iglesia de Santa Maria dei Miracoli (o Santa Maria presso san Celso), todavía hoy meta tradicional para los esposos católicos el día de su boda.

El naviglio en Via Senato, en una fotografía de principios del siglo XX
La Via Manzoni de Milán. Esta era la Porta Nuova (siglo XII) de la cinta medieval .
La Pusterla di Sant'Ambrogio que se abría en las murallas medievales (fosa interna). Se trata de una reconstrucción moderna (1939) sobre una base histórica y materiales antiguos.
Las obras de soterramiento del naviglio cerca de la Piazza San Marco (1929-1930).