[1] Forma parte del capítulo de obras literarias del histiólogo y premio nobel español, junto a libros como Psicología de don Quijote y el Quijotismo (1905), Recuerdos de mi vida (varias ediciones entre 1901 y 1917), Cuentos de vacaciones (1905) o El mundo visto a los ochenta años (1934); obras que el propio Cajal advirtió haber sido escritas para «actuar sobre las almas»,[2] no sin cierto humor aragonés.
[3] El conjunto aforístico («pensamientos, anécdotas, confidencias»),[2] recopilado en muy diversas ediciones tanto durante la vida del autor como tras su muerte, recoge de forma aleatoria obra escrita entre 1903 y 1917, y definida por Cajal como «reacciones circunstanciales, inconsistentes, variables con el humor del momento y el espíritu del ambiente».
[2] Los temas más glosados son, como es habitual en este tipo de obras, el amor, la muerte, la amistad, el talento, la educación, la literatura, la mujer, el humor, etc.
Tras una edición que reunía aforismos publicados en el periódico Gente vieja en 1908 y en otras publicaciones de la época, en la década subsiguiente, Cajal reunió y editó un primer libro titulado Chácharas de café (1920), cuya segunda edición en 1921 ya aparecería como Charlas de café y la cartela subtitular de «colección de fantasías, divagaciones, comentarios y juicios, ora serios, ora jocosos, provocados durante algunos años por la candente y estimuladora atmósfera de café».
Entre las críticas que suscitó el librito se recuerda la discusión mantenida entre Unamuno y Marañón, «sacando los pies del tiesto» cada cual por su lado.