A veces estaba atormentado por la dificultad de este alto estándar, pero en retrospectiva, es claro para nosotros que frecuentemente logró añadir a nuestro conocimiento, resultados tanto nuevos como hermosos, y con un sello genuinamente original».
En esa época su maestro y amigo fue el padre Racine, un misionero que había obtenido su doctorado bajo la supervisión del matemático francés Elie Cartán (1869-1951).
Su amplia incursión en una variedad de temas lo condujo a un conocimiento disperso, pero que no tenía un «gran valor en efectivo» según afirmaba Ramanathan.
Un hecho poco conocido es que durante este tiempo Ramanuyán empezó a aprender solo alemán, francés, italiano y ruso para poder estudiar las obras matemáticas en su idioma original.
Tenía un fino oído para la música, que fue su segunda pasión después de las matemáticas.
Buscaba personas con quienes poder discutir de música y le encantaba su compañía.
En sus primeros años se convirtió en fumador y más tarde descubrió el placer de fumar en pipa.
Ramanuyám era muy generoso, y podría vaciar su cartera para cualquier persona que le pidiera.
En París sufrió una depresión grave, y al recurrir a un médico se le diagnosticó esquizofrenia.
Él tenía la impresión de no era una persona adecuada para la investigación matemática y decidió renunciar a su posición en TIFR.
Siempre será un misterio si su mentalidad modesta, y extremadamente humilde habrán contribuido de alguna manera a su enfermedad.
Allí conoció al joven estudiante Chitikila Musili, quien provenía de una casta muy pobre.
Aunque Musili no sabía nada de matemáticas, Ramanuyám pasó mucho tiempo con él, enseñándole y animándolo.
Ramanuyám se quedó en Chandigarh solo 8 meses y tuvo que regresar a Chennai para proseguir su tratamiento.
En esta época aceptó una invitación del Institut des Hautes Études Scientifiques, cerca de París.
Por desgracia, la esquizofrenia ―una enfermedad altamente tratable hoy en día―, no fue diagnosticada y tratada correctamente.
En 1970, envió una vez más su carta de renuncia al TIFR pero el instituto no lo tomó en serio.
En ese momento Ramanuyán se vio profundamente deprimido por su enfermedad y empezó a probar curas mágicas ayurvédicas.