Chigualo

Este ritual está acompañado de música, cantos y baile, pues se despide con alegría y entusiasmo a un infante fallecido, debido a creencias culturales – religiosas, ya que se asegura que un niño fallecido llegará al reino de los cielos, porque a su temprana edad se ha marchado de la tierra sin cometer pecado alguno.

En la ceremonia, se ejecutan cantos a capela, a una voz y con coros, con acompañamiento del palmoteo, el ritmo de las voces, en el canto o recital, es marcado por los tambores y los guasás, los cuales también indican el compás cuando se trata de bailar.

Este ritual también está amenizado por juegos lúdicos infantiles de la región, creados por las comunidades rurales, se cantan oraciones pidiendo a Dios que reciba al niño en su reino, y en algunos casos se carga al cadáver pasándolo por los brazos de varias personas.

Este velorio fue posteriormente difundido por toda la provincia de Manabí tomando la forma acutal.

Esto ocurrió en el siglo XIX y fue registrado por los estudios folkloristas que los rescataron en libros.

Entre los historiadores que permitieron el rescate del chigualo fueron: Carlos Avellán, Yuri Hernández Mendoza, Simón Cedeño Paladines y Domingo Nevaldo Zambrano.

Ceremonia fúnebre del cadáver de un niño en el Pacífico
Partitura y letra de villancicos en la Real Audiencia de Quito, año 1777