[2][3] Desde el año 2010, fue reconocido como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la Unesco.
[7][8] Originalmente este platillo se preparaba con acitrón, un ingrediente que produce de la biznaga, una cactácea en peligro de extinción por lo que con los años algunas recetas cambiaron este ingrediente por piña confitada.
[9][10] Se ha comprobado que dada su composición de Chile Poblano, posee un alto contenido en vitamina C teniendo cada porción tres veces la recomendación diaria que ayudan a reforzar el sistema inmunológico.
[12] Así mismo, la granada ayuda a retrasar la oxidación celular, ayudan al cuidado de la piel y promueven una mejor salud cardiovascular, previniendo el cáncer y fortaleciendo el sistema inmunológico.
Tales colores son blanco, verde y rojo, los cuales representaban respectivamente las Tres Garantías: Religión, Unión e Independencia.
Cada una buscó el ingrediente que llevara uno de los colores y no quisieron recurrir a ningún recetario.
Le rezaron a la Virgen del Rosario y a San Pascual Baylón (de cuya intervención se hace también mención en el origen del mole poblano) para que las iluminara, se pusieron a cocinar y el resultado fue el que ya conocemos, los tradicionales Chiles en Nogada.
“Las monjas escucharon la historia y con mucha inteligencia elaboraron el postre (que ya existía), pero lo bañaron en salsa de nuez de Castilla, lo que lo daba una blancura y le pusieron verde el perejil y rojo la granada”, subraya, “se llevaron al postre a la casa del obispo donde fue el banquete y le dijeron al caudillo: mire éste ya tiene la bandera de las Tres Garantías.
La cocina mexicana en el siglo XIX" mencionó que los chiles en nogada originalmente no tenían estas ideas nacionalistas y fue en el siglo XX cuando surgió la versión de que se crearon para recordar la Independencia mexicana.
[28]De hecho la misma Lilia Martínez no ha encontrado en sus décadas de investigación ninguna referencia o recetario previo a 1920 en donde se incluyan los Chiles en Nogada.
Según lo recopilado en entrevista con Lilia Martínez y otros investigadores históricos de Puebla: No hay editor, editorial o cocinera que hable de los chiles en nogada hasta los años 1930 y 1940, durante los cuales se publica un libro que se les vendía a los turistas editado por Salazar Monroy llamado La Típica Cocina Poblana.
Este hecho no empequeñece la calidad de los chiles en nogada como un elemento estético de la cocina mexicana en torno al cual se colocan mujeres, personajes importantes y un espacio adecuado para construir parte del sustento del acendrado nacionalismo culinario mexicano.