El negocio fue novedoso en España dado que hasta 1824 no se había obtenido el cacao en polvo, origen del chocolate sólido.
Esa fue la época con mayor crecimiento del negocio, con cuatro empleados en nómina hasta 1925.
Durante la guerra civil española eran dos trabajadores, probablemente un oficial y un ayudante.
En 1954, Pablo Ruiz pasó la dirección de la chocolatería a sus hijos.
Bajo un dosel de madera sobre columnas torneadas, un indio azteca tocado con sombrero, aparecía tallado sobre el embudo del molinillo, cuyo contenido de grano de cacao se distribuía a las dos molederas laterales,[b] que giraban en torno a un eje conectado con la maquinaria a motor situada en el sótano del establecimiento.