Chrysoperla carnea, denominada vulgarmente como crisopa, es un insecto de la familia Chrysopidae.
Su morfología es idéntica, pero pueden ser reconocidas por las variaciones en las vibraciones de los sonidos que utilizan para comunicarse entre ellas, sobre todo durante el cortejo sexual.
[1] Los huevos de crisopa son ovales y se fijan individualmente a los vegetales con un largo hilo.
Al principio son de color verde claro pero después pasan a grisáceo.
[2] Los adultos pasan el invierno enterrados entre la hojarasca en los límites de los cultivos o en otros terrenos.
La duración del ciclo biológico está muy influida por la temperatura y pueden tener varias generaciones al año en condiciones favorables.
[5] C. carnea se encuentra de manera natural en muchas zonas agrícolas del hemisferio norte.
[4] En la zona de los invernaderos del sureste español, Almería y Granada, se ha observado que pueden ser muy eficaces en estado larvario, debido a su afilada mandíbula, contra plagas como la mosca blanca.
[7] Aunque las larvas son efectivas en el control biológico de plagas, al aire libre los adultos se dispersan muy lejos.