Es habitual ser servidos en los postres (tras el almuerzo), tras la comida y en algunos casos son cortesía de los hosteleros.
Los chupitos suelen ser servidos en pequeños vasitos, su característica se fundamenta en la capacidad de ser ingeridos en uno o dos tragos con relativa facilidad.
El contenido líquido suele tener una alta graduación alcohólica y, a veces, requieren de cierto ritual a la hora de tomarlos.
Se elaboran de aguardiente o con los mismos ingredientes que un cóctel.
[1] En algunos casos es posible elaborar «chupitos de autor» en los que la mezcla de ingredientes es exclusiva, buscando un sabor o experiencia concreta.