La intoxicación por las cianotoxinas puede ocurrir ingiriendo las cianobacterias o bien bebiendo el agua contaminada por las toxinas que producen.
[3] La exposición recreativa ante cianobacterias puede producir síntomas gastrointestinales, fiebre del Heno o erupciones cutáneas pruriginosas.
[3] El primer informe científico publicado sobre los efectos letales que las cianobacterias pueden provocar, apareció en la revista Nature, en 1878.
(Guiry et al., 2007)(Nabors & Murray, 2004)(Allaby, 1992) Las cianobacterias habitan en casi todas partes; en océanos, lagos, ríos así como en tierra firme.
(Herrero & Flores, 2008) (Sinonen & Jones, 1999) Las cianotoxinas están a menudo implicadas en lo que comúnmente se conoce como Mareas Rojas o floraciones nocivas de algas (en inglés, bloom).
Por sí mismo, el fitoplancton no suele perdurar más que unos días, pero estas floraciones pueden durar semanas.
Los brotes se parecen a espuma, verdín o pintura que flota sobre la superficie del agua, aunque no siempre son visibles.
Es más probable que esto ocurra cerca del fondo marino o de la termoclina.
Además muchas especies de cianobacterias producen potentes cianotoxinas en gran concentración hasta el punto en el que son letales para algunos organismos acuáticos cercanos y para otros animales al contacto directo con la floración, como pájaros, animales de granjas o domésticos e incluso humanos en ciertas ocasiones.
Para los mamíferos dicha estabilidad hace que sean resistentes a la digestión y se pueden acumular en el hígado.
De todas las cianotoxinas, los péptidos cíclicos son los que más afectan a la salud humana.
(Chorus & Bartram, 1999) Como las demás cianotoxinas, las microcistinas fueron nombradas después de descubrir el primer organismo que las producía, en este caso Microcystis aeruginosa.
Sin embargo, más tarde se encontró otro género de cianobacterias que también las produce (Chorus & Bartram, 1999).
La microcistina más documentada es la microcistina-LR, posiblemente porque fue la primera de la cual estuvo disponible comercialmente su análisis estándar químico.
(David et al., 2009) En general, los péptidos cíclicos producidos por la familia nodularia son las toxinas más comunes en una floración de cianobacterias, tanto en agua dulce como salobre.
Al igual que las microcistinas (arriba), las nodularinas son hepatoxinas muy potentes y dañan gravemente el hígado.
Los alcaloides actúan sobre diversos sistemas metabólicos de los humanos y otros animales, provocando a menudo efectos psicotrópicos o tóxicos.
Al menos cuatro géneros diferentes de cianobacterias producen esta toxina, encontrada en NorteAmérica, Europa, África, Asia y Nueva Zelanda.
(Yang, 2007) Los efectos tóxicos de la anatoxina-a son muy rápidos porque actúa directamente en las células nerviosas (neuronas) como una neurotoxina.
Debido a esto la célula muscular queda contraída permanentemente, la comunicación entre el cerebro se interrumpe y la respiración cesa.
(Wood et al., 2007) Cuando la toxina fue descubierta, se la denominó Very Fast Death Factor (VFDF) debido a que al ser inyectada en ratones causaba temblores, parálisis y finalmente la muerte en pocos minutos.
En 1977, se la denominó como amina alcaloide bicíclica y pasó a llamarse anatoxina-a (Devlin et al., 1977) (Moore, 1977).
( Stewart et al., 2008) La letalidad de la toxina indica que tiene un alto potencial militar como arma biológica.
(Sinonen & Jones, 1999) Las saxitoxinas se han usado en la biología molecular para establecer la función del canal de sodio.
La saxitoxina fue aislada y descrita por primera vez por el ejército estadounidense, que le dio el nombre de arma química "TZ".
En uso comercial hay antibióticos, antifúngicos, citostáticos, anticolesterolémicos, antiparasíticos, promotores del crecimiento animal, e insecticidas naturales.
Es la toxina más representativa de este grupo, se clasifica como dermatotoxina, provoca irritaciones y dermatitis severas si hay contacto cutáneo.
Combinando ambos datos se puede decir que alrededor del 25% de los embalses españoles pueden presentar en algún momento cianotoxinas en concentraciones variables.
Las toxinas más habituales en aguas españolas son las microcistinas, y en particular la variante LR, que es muy tóxica.