El equipo a cargo de la versión hispana estaba dirigido por George Melford, y aunque menos conocida resulta superior en muchos aspectos a la versión anglosajona, tanto en resolución cinematográfica, fotografía y transición escénica.
Además, la versión hispana tiene media hora más de duración, así como escenas únicas y diferenciadas.
En el reparto había actores españoles como Carlos Villarías (Conde Drácula), Pablo Álvarez (Renfield) y mexicanos como Lupita Tovar (Mina).
Entre los principales directores del cine fantástico mexicano destacan Chano Urueta (1895-1979), Federico Curiel (1917-1985), Fernando Méndez (1908-1966).
Por el camino es acompañada por el joven doctor Enrique Saldívar (Abel Salazar), que ha sido llamado para atender a la enferma.
Al llegar a la ruinosa hacienda la tía de Marta ha fallecido ya, y los residentes se encuentran afectados por la presencia del Conde Duval, de origen húngaro, un vampiro que pretende resucitar a su hermano, otro vampiro destruido tiempo atrás por los habitantes del lugar y cuyos restos se encuentran en el panteón familiar de Marta.
El villano vampírico era un descendiente del histórico Nostradamus, que se enfrentaba al profesor Durán para obligarle a que admitiera la existencia de lo oculto y sobrenatural y reivindicara públicamente la figura de su antepasado homónimo.
Claramente influido por la productora inglesa Hammer, Federico Curiel rodaría en 1966 El Imperio de Drácula, donde el barón Draculstein (Eric del Castillo) fue publicitado no obstante por la imagen del vampiro de Germán Robles.
Por otra parte los clásicos del terror mexicano también son traducidos y adaptados en los Estados Unidos por esta época.
La trama se complica cuando un empresario, Dieter de la Guardia, encarga a su sobrino Ángel (Ron Perlman) que le consiga el aparato para lograr la inmortalidad.
En esta parte de la película la acción no decae ni por un instante, y echa mano y retuerce todos los paradigmas habituales del mito vampírico, desde las estacas de madera al agua bendita.
Actualmente puede decirse que el género de terror mexicano ha superado la crisis del período 1970-1990, gracias sobre todo a la proliferación de festivales, ciclos temáticos y publicaciones que ayudan a comprender las películas clásicas.