Este edificio en esquina se resuelve en su exterior con una imagen que evoca el expresionismo del alemán Erich Mendelsohn.
Los muros estaban enfoscados en un color gris oscuro, imitación a hormigón, con lo que las impostas enfatizan la expresividad del edificio.
Su interior tenía un estilo racionalista y funcional, en planta baja un amplio vestíbulo y el patio de butacas sin apenas adornos, tan sólo el enmarcado de la pantalla, elevada sobre una tarima, pues la sala también estaba concebida para que se pudieran celebrar conciertos (en el actuó por primera vez Antonio Machín en Madrid), conferencias y mítines.
Tras permanecer varios años cerrado, en 1995, una rehabilitación en el límite de la legislación convirtió el edificio en una macro-tienda.
Cuatro años después, el arquitecto Enrique Domínguez Uceta escribía en el diario El Mundo del 19 de junio de 1999: "La volumetría exterior mantiene el impulso expresionista que Gutiérrez Soto tomó de Mendelsohn, y la fachada conserva forma y materiales constructivos, pero una demencial carpintería dorada destruye el efecto del conjunto con su brillo chillón.