[2] Por lo general los claustros catalanes se sitúan junto al muro sur de la iglesia aunque hay algunas excepciones condicionadas casi siempre por el terreno y sus características.
Estos escultores forman una escuela local influenciada o tal vez iniciada en los talleres de marmolistas del Rosellón.
La intención del autor es netamente ornamental e imaginativa y su fórmula va repitiéndose por todos los monasterios.
[8] En la Alta Edad Media el término canonici se refería a los clérigos (casi siempre sacerdotes) que compartían una regla religiosa, un lugar donde descansar y otro donde comer así como una oración llevada a cabo en lo que se llamaban horas canónicas.
Estos espacios imitaron en gran medida las disposiciones benedictinas de sus claustros y sus dependencias en las distintas pandas.
Más tarde hubo una segunda fase que vino a imitar el claustro cisterciense; en definitiva puede decirse que no existe un modelo puramente canonical, salvo las dependencias construidas a veces en un segundo piso, para almacén, comida, reunión, etc.[10]Pero en general los claustros canónicos no tuvieron el mismo protagonismo que los benedictinos porque las congregaciones acabaron viviendo en otras casas y los canónigos de las catedrales también, sin hacer apenas vida comunitaria.
Este paso tenía lugar por lo general a los diez o veinte años de su fundación.
Mientras se levantaba el edificio definitivo los frailes vivían en unas dependencias edificadas anteriormente para la ocasión que consistían por lo general en una pequeña capilla y algunas zonas alrededor.
Los cuatro cuentan con vestigios de elementos claustrales románicos, los cuatro se fundaron en el tercer cuarto del siglo XII y fueron elegidos como panteón de diversos reyes, reinas y nobles.