[1] Horacio y otros autores lo ponen al mismo nivel que Roscio.
[5] Quizás esta anécdota confirme la opinión de que las máscaras sólo se había introducido tardíamente en el drama de manera regular en Roma, y que no siempre se usaban, incluso para los personajes principales;[6] pues, según Cicerón, Esopo destacaba en el poder del rostro y el fuego en la expresión,[7] que por supuesto no se habrían visto si hubiera interpretado sólo con una máscara.
Valerio Máximo llama a Esopo y Roscio "ludicrae artis peritissimos viros," pero esto puede señalar meramente el arte teatral en general,[4] incluyendo tanto la tragedia como la comedia.
[15] Esopo, aunque lejos de ser frugal,[16] consoguió, como Roscio, una inmensa fortuna por su profesión.
Dejó alrededor de 200.000 sextercios a su hijo Clodio, quien demostró ser un alocado despilfarrador.