Esta idea es desarrollada por Silver, que además plantea la idea de que la producción de ciertos sonidos se ve modificada por la anticipación a la articulación del sonido siguiente.
El DAC ha estudiado las diferencias articulatorias entre las consonantes y las vocales y cómo los segmentos que se resisten a la coarticulación son precisamente los que imponen sus demandas articulatorias sobre sus segmentos fonéticos cercanos.
Una primera fase de implosión (uno o varios órganos articulatorios se mueven hacia el punto de articulación), seguida de una fase tensiva u oclusiva (donde los órganos están completamente unidos) y por último una fase explosiva (la presión del aire vence la oclusión y sale el aire más o menos violentamente.
La coarticulación puede afectar a la primera fase, por ejemplo cuando le precede otro sonido cerrado que implica a los mismos órganos: en la [p] de campo los labios ya permanecen cerrados desde la articulación de la [m].
[3] Las consonantes fricativas requieren un alto grado de precisión para poder provocar el aire turbulento.
Esta es más estable tanto en la zona alveolar, donde sufre la constricción principal, como en la zona palatal, donde se dejan sentir los efectos de coarticulación que ejercen las vocales adyacentes puesto que su mecanismo de producción precisa unos requisitos más estrictos.