La obra no debía tener un gran acabado pues "en la función inaugural, uno de los acróbatas que actuaba se filtró por la pared del escenario al dar un salto mortal, yendo a caer al saloncillo contiguo, donde Alfageme y un amigo jugaban una partida de ajedrez...", según recoge Augusto Martínez Olmedilla en su Anecdotario de la farándula madrileña.
[7] A lo largo de su discreta existencia ofreció espectáculos y eventos muy variados.
En ellas trabajaron actores veteranos como José Castilla, Juana y Manuel Espejo o Matilde Moreno, y se formaron futuras actrices como Guadalupe Muñoz Sampedro (que sobre sus tablas conoció al que luego sería su esposo Manuel Soto), Matilde Asquerino, Ana Siria, María Cañete, María Cuevas.
Acogió la obra de dramaturgos con cartel, como Felipe Sassone (en su debut español), Manuel Linares Rivas o Pedro Muñoz Seca (que estrenó en él Tirios y troyanos el 12 de enero de 1922);[9] tanto como de jóvenes autores (Francisco Serrano Anguita, José Tellaeche, Manuel Abril o José M. Acevedo (que alcanzó cierto éxito con Lo dice la copla).
[7] Vendido el local al empresario Manuel Pérez Aguirre, acabó siendo derribado años después para construir una casa de vecinos.