Se ha descrito como "una arquitectura de crecimiento sin fin e infinita verticalidad".
[3] Como parte de los programas artísticos del arte oficial, está estrechamente vinculada a la escenificación del poder político, contribuyendo a la manipulación política en cualquier régimen y época histórica; pero llegó a su versión más explícita durante el siglo XX con el arte de las dictaduras: Hitler confiaba en que "sólo tales obras pueden dar al pueblo la conciencia de ser iguales a cualquier otro gran país";[4] el fascismo italiano utilizó la vanguardia estética de forma alternativa: tanto el racionalismo como el colosalismo;[5] muy semejante fue la estética de la Unión Soviética de Stalin.
En la arquitectura medieval, especialmente con la gótica, el colosalismo se expresó en una búsqueda de la altura (bóvedas, torres[6]).
[7] La arquitectura barroca y neoclásica intensificaron más aún la tendencia al colosalismo.
En las grandes superproducciones cinematográficas (desde Intolerancia hasta Los diez mandamientos o Cleopatra), el colosalismo arquitectónico de los decorados contribuyó a la espectacularidad.