[1] Son colosos osiríacos, con los que los soberanos del Imperio Nuevo se representaban en las salas hipóstilas de sus templos funerarios identificándose con Osiris, aunque en este caso lo único que lo recuerda son los brazos cruzados sujetando el cetro y el flagelo.
El faraón aparece con un físico distorsionado no presente en ningún otro lugar ni obra de arte del antiguo Egipto.
[2] Las estatuas en piedra arenisca estaban inscritas con el nombre de Amenhotep IV, y se encontraron caídas en tierra.
Las teorías especulativas también se cebaron en una estatua en particular de la colección, la cual representa al rey desnudo sin genitales.
Otras reinas en la historia egipcia han sido descritas simbólicamente con características masculinas, como Hatshepsut, por lo tanto este argumento no es extraño.
Harris sugirió alternativamente que los colosos podrían ser también personificaciones de deidades, como Atón, Shu, o Atum.