Llegó a ser tan brillante que era visible incluso de día y se hizo célebre por haber sido el primero en ser descubierto con ayuda del telescopio.
Un cuadro contemporáneo del pintor neerlandés Lieve Verschuier, actualmente en el Museo de Róterdam, es su descripción más conocida.
Tras su paso por el perihelio la cola del cometa llegó a extenderse más de 70° en el cielo vespertino.
[1] Esta idea suscitó la crítica del filósofo escéptico Pierre Bayle en sus Pensées diverses sur la comète de 1680 (1683).
El matemático Fulgencio Vergel publicó un Juicio del cometa de 1680 que llegó a conocer cuatro ediciones y aún aparecieron un Discurso sobre el cometa que apareció... (Zaragoza, 1680) por Jerónimo Juan de la Vega y una anónima Trompeta celeste contra el Turco.