Desde la llegada del algodón, hasta la producción de las telas, el proceso requería 15 días.
En 1923 llegan a este país los hermanos Francisco y Antonio Dalmau Soler, empresarios españoles, los cuales fundan y crean la fábrica textil Imbabura y la planta eléctrica a orillas del rio Ambi con ayuda del ciudadano español Lorenzo Tous.
[6] Decidieron instalar esta planta en esta provincia, luego de su éxito con los talleres textiles en Riobamba (El Prado) y en Ambato (La Industria Algodonera).
[6] Se reclutaron albañiles, peones, mecánicos, electricistas, carpinteros y tapialeros.
Para esto se recurrió a pueblos lejanos y cercanos: Cotacachi, Otavalo, San Antonio e Ibarra, Salcedo, Quito, Tulcán, Cayambe, Ambato, Guaranda, entre otras ciudades.
Por otra parte existían en el entorno personal de distintas nacionalidades en especial, alemanes, holandeses, ingleses y peruanos.
[10]Se entraba a una nueva etapa en donde la demanda exigía más que la oferta por lo que, para abastecer al mercado nacional e internacional fue necesario obtener más maquinaria, y por consiguiente un aumento del personal, dando como resultado un aumento considerable en la producción y en la mano de obra; mejorando así la calidad de vida de los habitantes de la región, y se sentaban bases para dar inicio a una actividad industrial notable específicamente en Atuntaqui, influyendo exponencialmente en diferentes contextos de los atuntaqueños como la cultura, economía, sociedad, educación e idiosincrasia.
[10] El General Eloy Alfaro, en su segundo período presidencial (1906-1912) inició la construcción de la línea férrea que uniría la costa y la sierra para que con esta obra de ingeniería se integraran los pueblos ecuatorianos y proyectarlos hacia un futuro de desarrollo económico, social y cultural.