Montoto escribe: “Un día, su compañera inseparable, la ardiente poetisa Concepción de Estevarena, por brutal despojo de la muerte, partió a tierras remotas en busca del techo hospitalario y del pan que le ofrecían unos parientes lejanos.
Así, escribió: “Mas, ¿Qué importa, oh amiga mía, que tu nombre, ya esclarecido, no figure en la “Historia de la escuela poética sevillana en los siglos XVIII y XIX”; qué importa que Sevilla, esta ciudad ilustre, tan querida por sus hijos, como para ellos ingrata, y olvidadiza de sus glorias, apenas guarde un leve recuerdo de tu paso?
Entre los autores que han realizado un análisis crítico de su obra encontramos al Padre Francisco Blanco (1910), a Diana Ramírez de Arellano (1979), y Susan Kirkpatrick (1992).
Según Kirkpatrick “esta poeta no reproduce ningún yo ideal: ni el masculino, domador del <
De sus poemas, el más celebrado, no solo por su calidad literaria sino también por su contenido ideológico, es “Libertad”, como fuente primigenia de pensamiento, luz y sentimiento: “¡Libertad, lazo de amor / Talismán que honra y escuda / La humanidad te saluda / Como a su gloria mejor!”.