Después, distinguiendo el alma que nos hace vivir de la inteligencia por la cual razonamos, no concedían a Jesucristo más que esta alma animal, porque no se atrevían, según decían, a reconocerle hombre perfecto como somos nosotros porque Sobre estos pensamientos del espíritu humano y estos inconvenientes imaginarios que se hallaban fomentados en su opinión, fundaban su nuevo dogma, sin detenerse ni darles cuidado el abandonar la fe antigua y la tradición que la Iglesia ha recibido de los apóstoles, contra la cual no se deben escuchar nuestros discursos.
Todos estos errores, más que las personas, se condenaron en este Concilio.
Las cuestiones embarazosas y oscuras que él y sus sectarios agitaban sobre la Encarnación ofuscaron de tal modo los espíritus, que muchos dudaban absolutamente de este grande Misterio, otros se perdían en las dificultades en que se entraban, buscando nuevos términos, cuyo único fruto eran disputas sin fin y pocos seguían la antigua doctrina de la Iglesia.
San Basilio escribió muchas Cartas sobre esta herejía, contra la cual clamó fuertemente.
Combatió con mucho espíritu y gloria por la verdadera fe contra los que eran enemigos de ella porque habiendo prohibido Juliano el Apóstata a los cristianos el estudio de los autores gentiles, dice Sócrates que los dos Apolinarios, padre e hijo, procuraron suplir la falta de estos autores con las obras que compusieron.