Concilio de Roma (465)

En noviembre del año 465 se celebró en Roma un concilio compuesto de los Obispos que habían ido a celebrar la Fiesta de la ordenación del Papa San Hilario o Hilaro.

Después de que los Obispos y Presbíteros tomaron asiento y manteniéndose los Diáconos en pie, expuso San Hilario que su calidad de primer Obispo le obligaba más que a ninguno otro a tener más cuidado de la Disciplina de la Iglesia, sin lo cual hubiera sido, según dice, tanto más culpable cuanto mayor era su dignidad.

San Hilario se declaró fuertemente contra esta traslación.

Los Obispos clamaron también que no se debía permitir que se violara el orden de la Iglesia y que era necesario mantener la Disciplina y los Decretos de la Santa Sede.

No obstante, dice Tillemont que esta especie de ruegos o designaciones de Sucesor eran muy ordinarias en los mayores Santos, aunque es cierto, según añade, que por temor del abuso se han opuesto siempre los Papas a ellas.