No era de ninguna manera seguro que sobreviviría el tiempo suficiente para engendrar un heredero varón por su cuenta.
Su interés radicaba en asegurar la herencia completa e indivisa para Felipe I (el menor).
La relación con el conde Juan Ernesto era bastante remota y la herencia corría peligro en más de un sentido.
Ambos partidos lucharon durante décadas, intentaron impedir, sin éxito, los matrimonios mixtos e incluso se enfrentaron entre sí.
Un tratado adicional de 1670 permitió a los luteranos tener su propia iglesia.
Como resultado, dentro del condado de Hanau-Münzenberg se crearon dos iglesias paralelas, cada una con su propia administración.
Poco antes de su muerte, Federico Casimiro adoptó a su sobrino, el conde Felipe Reinardo.
En esto se atribuye un papel destacado a su asesor Johann Becher.
Un logro exitoso fue la fundación de una fábrica para producir loza, la primera en Alemania.
Su herencia se dividió entre sus dos sobrinos varones, el conde Felipe Reinardo, que heredó Hanau-Münzenberg, y el conde Juan Reinardo III, que heredó Hanau-Lichtenberg.
Ambos eran hijos del hermano de Federico Casimiro, el conde Juan Reinardo II.