El condado de Manresa fue el término con que se denominó al extremo occidental del condado de Osona, a partir del Moyanés y del Bages; gracias a la expansión cristiana por tierras del al-Ándalus, el área, llamada condado de Manresa, se extendió hacia Noya, Segarra y Urgell.
En el último cuarto del siglo IX se inició una corriente emigratoria de gentes que se desplazaban desde las regiones del Pirineo y Prepirineo (Pallars, Alto Urgel y la Cerdanya), que estaban, por aquel entonces, superpobladas, hacia la parte central configurada por las actuales comarcas del Ripollés, el Valle del Lord, el Bergadá, Llusanés, la Plana de Vich, las Guillerías y Bages, que se encontraba despoblada como consecuencia de la revuelta de Aysun que diezmó la región.
El área repoblada estaba rodeada por los condados que dominaba Wifredo el Velloso (878-897), el cual intervino organizando la administración eclesiástica y civil.
El centro del condado era el pagus de Manresa, con una notable diferencia respecto al de Osona, debido a los privilegios que le otorgó el rey Odón en el 889 y 890.
La denominación condado de Manresa cayó en desuso durante el siglo XII, cuando el territorio del antiguo condado quedó dividido en las veguerías que se constituyeron.