Como los conejos son muy destructores y fecundos, no se permiten establecer conejares que no estén cerrados por paredes.
En el centro se construye una especie de peñasco, formando por debajo varias madrigueras en donde se recojan los conejos cuando quieren y que tienen chimeneas para la renovación del aire.
Una trampa cierra la entrada del peñasco y se cierra y se abre desde fuera por medio de un cordel.
Todas las noches se baja la trampa, para impedir los ataques de las alimañas.
Basta con quitarles la inmundicia una vez cada semana, lo que da un buen estiércol.