Al comienzo mismo de las negociaciones, Millerand, que actuaba como portavoz aliado, amenazó a los alemanes con imponerles sanciones por incumplir lo pactado.
Se ciñó principalmente a la propuesta aprobada por el gabinete berlinés, que evitaba mencionar las fechas o cuantías de los pagos.
El asunto se retomó varias semanas más tarde, en una conferencia celebrada en Ginebra.
La delegación alemana pretendía conservar un ejército de doscientos mil soldados y mantener las unidades policiales, y estaba dispuesta a cambio de ello a ceder respecto al armamento.
No obstante, en este asunto los Aliados tampoco estaban dispuestos a transigir.
El segundo día, amenazaron con poner fin a las negociaciones e imponer sanciones si la delegación alemana no abandonada su aspiración de contar con doscientos mil soldados.
[6] Fehrenbach se puso en contacto con Berlín y en la mañana de 9 julio el Gobierno aceptó hacerlo, pero ordenó a la delegación que no firmase la parte del documento que incluía sanciones en caso de incumplimiento.
[7] Se trató también la disputa territorial entre la Segunda República polaca y Checoslovaquia por Cieszyn Silesia.