Tras el levantamiento conservador en Arequipa, los revolucionarios vianquistas capturaron varios barcos de la Marina gubernamental.
Asimismo, autorizó negociaciones con Reino Unido y Francia, para que prestarán su ayuda para proteger las islas guaneras.
El buque gubernamental Tumbes, al mando del capitán de corbeta Ignacio Dueñas, interceptó a la barca estadounidense Dorcas C. Yeaton, sospechosa de haber sido arrendada por los vivanquistas para el comercio guanero.
Todas las barcas fueron llevadas al Callao y sus capitanes, junto con el estadounidense Sartori, enjuiciados (enero de 1858).
Reiteró el arbitraje como fórmula de solución, dejando a los Estados Unidos la elección del árbitro.
La reacción fue inmediata: los diarios de Nueva York comenzaron a discutir el tema en su verdadera dimensión y varios (como el The New York Times) expresaron su abierta defensa a la causa peruana.
Federico Barreda, ya restablecidas las relaciones diplomáticas y acreditado como ministro, aceptó a Leopoldo I de Bélgica como árbitro.