Conjunto monumental de Olérdola

El monte se encuentra definido por los riscales que lo rodean por todos lados a excepción del norte-nordeste, los cuales le confieren un aspecto destacado entre su entorno inmediato, resaltando aún más su posición elevada por encima de las tierras que lo rodean.

Así, enfrente del recinto, situado a mayor altitud, se abren dos montículos con la cumbre aplanada en la pendiente separadas por el fondo de les Feixes.

Las plataformas del Pla dels Albats y la otra más pequeña, serán habitadas por lo menos durante la Edad Media.

Estos recursos hídricos, junto al especial microclima de los fondos ricos en vegetación y en caza que dominan por doquier la montaña y en especial sus pies, han hecho de esta tradicionalmente un lugar idóneo para la subsistencia en tiempos revueltos.

Siglos después, entre los siglos VI y I aC, el levante peninsular hasta el sur de la actual Francia, se vería conmocionado por la existencia de una cultura que presentó comunes características materiales, económicas y socioculturales, pese a su heterogeneidad tribal.

El recinto de Olérdola pasó a ser un oppidum con una extensión considerable y con numerosos habitantes.

El asentamiento debió jugar un destacado papel dentro del territorio cesetano, tanto a nivel político como socioeconómico.

Referencia especial merecen las monedas, el estudio de las cuales aporta un valioso testimonio histórico, económico y social.

El campamento romano de Olérdola fue abandonado durante la segunda mitad del siglo I a. C..

El movimiento colonizador catalán, apoyado por un proceso de crecimiento económico sustancial, mostró una impetuosa vitalidad.

Ante esta situación, los castillos ofrecían refugio y protección a una población que previamente había ocupado unos territorios fronterizos sin amo (aprisio).

No hay ninguna referencia documental al saqueo de Olérdola, pero si fueron destruidos lugares tan alejados del camino que debemos suponer siguieron los musulmanes, como Saumella, mucho más lo debió ser el recinto olerdolano, plenamente a la vista desde la llanura del Panadés.

Conjurar una descripción del saqueo sería hacer literatura fantástica, pero todas las destrucciones históricas han sido iguales y cuesta poco imaginarlas.

La situación política empezó a normalizarse con el inicio del gobierno personal de Ramón Berenguer I, aunque por ello tuvo que enfrentarse con las facciones condales más conservadoras.

El campesinado fue la principal víctima del nuevo orden establecido, ya que fue perdiendo, de forma progresiva, las libertades y los derechos sobre la tierra.

Esto menguó la peligrosidad en la zona olerdolana, la cual cosa provocó que sus habitantes fueran bajando a la planicie, donde había mejores condiciones.

En este marco de discusión docta, se llevó a cabo la primera intervención arqueológica en el conjunto.

Ya hacia 1830 Puig i Lucà y P. Bofarull habían formulado la necesidad de iniciar trabajos arqueológicos, trabajos que no se llevaron a cabo, demorando así la sempiterna discusión historiográfica que raramente llegaba a una resolución de los dilemas.

Murió prematuramente, y esto causó que los resultados de sus intervenciones quedaran prácticamente inéditos, excepto la nota citada anteriormente.

Sin embargo, esta posesión resultó efímera, puesto que en 1963 la señora del matrimonio vendió el conjunto a la Diputación de Barcelona.

Finalizada la intervención en este sector, los restos arqueológicos quedaron al aire libre bajo las inclemencias del tiempo, lo que provocó su progresivo deterioro.

En el interior de esta se encuentra una escalera también tallada en la roca, descendiendo del ángulo este y llegando hasta la extensa base.

Una parte de la cantera se seguirá explotando en época medieval para extraer piedra con la que levantar las dos iglesias, la muralla y el castillo.

En el extremo nordeste de la cantera se han conservado algunas casas del antiguo oppidum íbero.

Fuera esta la razón o la insuficiente capacidad del templo para acoger la población cada vez más notoria demográficamente, lo cierto es que a finales de siglo se levantó la nueva iglesia románica que se apoya sobre el muro meridional de la antigua capilla.

Un entramado de madera sostenía la cubierta originalmente, y una puerta, hoy tapiada, se abría en la fachada meridional.

Los muros están levantados con grandes sillares rectangulares de piedra, muy bien trabajados, que cubren la cara interna y externa.

Algunos sillares están almohadillados y otros presentan unos botones cilíndricos usados durante la construcción de la muralla para elevar los bloques hasta su emplazamiento definitivo.

La torre hoy visible que flanquea la puerta de entrada al recinto por el lado izquierdo conserva interiormente la obra romana, pero debió ser rehecha en época medieval, y fue reconstruida parcialmente a inicios del siglo XX.

En el primer cuarto del siglo X tanto esta necrópolis como la capilla de Santa María ya estarían en funcionamiento.

Muralla romana.
Ruinas romanas de Olérdola.
Iglesia de San Miguel.
Cisterna romana
Sant Miguel de Olérdola
Puerta adovelada
Necrópolis.
Muralla romana
Restos del Castillo de Olérdola