Este aspecto de la experiencia escapa a la descripción objetiva del estado mental que le corresponde.
Por tanto, existe un hiato entre las descripciones científicas de la conciencia, que se refieren al comportamiento o funcionamiento del cerebro públicamente observable, y la consciencia fenoménica específica del sujeto.
Según el filósofo y psicólogo Franz Brentano, lo que distingue a la consciencia de las entidades puramente físicas es su intencionalidad.
Por el contrario, el inseparatismo sostiene que la consciencia y la intencionalidad son interdependientes o inseparables.
Es la posición adoptada en particular por Jaegwon Kim, quien, en su libro titulado Mind in a Physical World,[9] escribe: «Si alguien nos pidiera que creáramos una máquina con conciencia, […] no creo que sabríamos por dónde empezar».
La mente de un sujeto puede ser consciente sin que este fenómeno implique estructura intencional alguna.
John Searle, que defiende esta posición, da como ejemplos de tales estados al menos algunas formas de euforia, depresión o ansiedad, estados en los que no estamos «eufóricos, deprimidos o ansiosos por nada».
[11] En su opinión, hay muchos estados conscientes que no son intencionales, aunque la intencionalidad («Intentionality» en el vocabulario de Searle) implica una forma de consciencia que se experimenta «en primera persona».
El «inseparatismo» es la tesis de que la mente es un fenómeno unificado y no dividido entre consciencia fenoménica e intencionalidad: las características de la consciencia y la intencionalidad son interdependientes e inseparables.
Así, la ansiedad, que Searle define como una emoción sin objeto, es en realidad un tipo de representación mediante la cual representamos cualquier cosa (y no un objeto o situación particular) como una fuente de miedo o ansiedad.