Constancio (f. c. 570) fue obispo de Aquino, considerado santo por la Iglesia católica.
Durante este último episcopado, la ciudad de Aquino fue devastada por los lombardos, y los habitantes murieron en parte debido a los invasores, en parte a causa de la pestilencia.
Así se cumplió la profecía del obispo Constancio: tras la muerte de sus dos sucesores, su Iglesia ya no tendría pastor.
La Iglesia Católica lo considera santo y lo recuerda el 1 de septiembre.
Después de colocarlos honorablemente en una nueva urna de madera, los hizo trasladar a la nueva catedral dedicada a Costancio, donde fueron colocados bajo el altar mayor.