[1] Dicha capacidad sigue una secuencia evolutiva y depende de dos factores que se interrelacionan entre sí: la maduración neurológica y la maduración psicoafectiva.
[2] La maduración neurológica[3] es el proceso neurológico que implica la capacidad muscular de controlar la vejiga, el control del esfínter y el reflejo de micción.
En cuanto a la maduración psicoafectiva se relaciona con el desarrollo emocional afectivo y consistente, que dependen de una relación interpersonal positiva donde predominan las emociones positivas sobre las negativas, que son las que provocan tensiones, estrés y malestar personal.
A partir de los 18 meses se debe sentar al niño en un orinal o bacinica a la misma hora todos los días durante unos minutos, Con el tiempo ocurrirá la defecación o la micción espontánea.
Este momento debe ser festejado con cariño, aprobación e incluso con regalos para que el niño aprecie la alegría que este comportamiento suscita en sus padres.