El ministro de Guerra José Antonio Facio tuvo que dejar su puesto para encabezar al ejército y confrontar a los rebeldes.
El presidente provisional Melchor Múzquiz envió comisionados para entablar conversaciones y evitar a toda costa la guerra en la capital y tratar de eliminar la posibilidad de que Manuel Gómez Pedraza asuma el cargo presidencial, mientras tanto, el 11 de octubre, el ministro Lucas Alamán abandonó la ciudad.
[3] El día 22, el general Luis Quintanar se entrevistó con Santa Anna en la villa de Tacubaya sin lograr un acuerdo.
Dos días más tarde, Pedraza emitió una proclama en la cual declaraba venir como intermediario con el objetivo de poner fin a la guerra.
[5] Poco después, se puso en contacto con el gobernador Sebastián Camacho, a quien le expresó que no deseaba "imponerse mediante bayonetazos" como presidente, sino que consideraba que los ilegítimos eran los miembros del gobierno en funciones, pues habían ignorado la voluntad de la mayoría durante las elecciones de 1828.
[11] El 18 de diciembre, al enterarse del armisticio, Nicolás Bravo y Juan Álvarez se reunieron en Tixtla para firmar un convenio de unión perpetua, poniendo fin a la guerra civil en la zona sur del país.
[12] Bustamante despreció la determinación del Congreso y se reunió en la Hacienda de Zavaleta —en las inmediaciones de Puebla— con Manuel Gómez Pedraza, Miguel Ramos Arizpe y Bernardo González Angulo para elaborar el proyecto definitivo.
Después del acto protocolario, una larga comitiva asistió a la Catedral de Puebla para celebrar misa y cantar el acostumbrado Te Deum.