Para ello habían comprado en el año 1600, las casas donde habitó el conquistador Alonso Fernández de Lugo.
Delante del retablo mayor llama la atención el imponente sagrario de plata repujada.
Sin duda María de León Bello y Delgado, "La Siervita" como es llamada cariñosamente por el pueblo devoto es el personaje más conocido que habitó en este convento.
Su cuerpo incorrupto se conserva en un sarcófago donado por el Capitán Amaro Rodríguez Felipe (llamado el corsario Amaro Pargo)[3] el cual, dada la amistad que sentía por ella y la devoción que le profesaba, tras su muerte, le hizo un sepulcro-retablo en la parte baja del coro del convento, sobre el cual se colocó un lienzo con una de las visiones que de Jesucristo atado a la columna tuvo Santa Teresa de Jesús.
Debido a esto cada año son miles y miles los fieles que se acercan al convento cada 15 de febrero para venerar su cuerpo, para ello, los fieles han de esperar en colas que en ocasiones dan la vuelta a toda la manzana del convento.