Convento de Santa María de Oreja

Parece tener su origen en el siglo X o XI, en el marco de la repoblación de la cuenca del Duero.

Se sitúa en el borde del páramo de Campaspero, dando paso a los valles característicos de Langayo.

Su importancia pudo ser clave para la repoblación de estas tierras, cobrando especial importancia en la de Campaspero.

No existen datos sobre cuando cesó la actividad del convento, ni tampoco sobre la orden a la que pertenecía el mismo, habiendo solo algunas referencias en el libro parroquial de Cogeces del Monte, donde uno de los párrocos del siglo XVII afirmaba que fue de templarios.

Sus tierras generaron problemas de jurisdicciones entre las comunidades de Villa y Tierra de Peñafiel y Cuéllar, debido a su carácter fronterizo.