Su historia está marcada por cambios de propiedad, transformaciones económicas y episodios controvertidos durante la Guerra Civil Española.
Gambogaz ocupa un privilegiado emplazamiento, en el pago homónimo entre Camas y el casco histórico de Sevilla, del que sólo lo separa y a la vez lo une el río Guadalquivir.
Aunque cuenta con restos más antiguos, en gran medida debe su disposición actual a la iniciativa de Ignacio Vázquez y Gutiérrez, que debió adaptarlo a su moderno concepto de la agricultura.
El señorío se distribuye en la actualidad en dos espacios que configuran el primer ámbito del caserío, contando con una monumental portada rematada por espadaña.
El señorío, rodeado por un amplio jardín, es de tres alturas, en parte acabadas por terrazas y rematado por un amplísimo mirador.
En la actualidad estos dos sectores están radicalmente separados al corresponder a propiedades distintas.
En torno a este núcleo del caserío se disponen numerosas y variadas edificaciones, como dos complejas zahúrdas o una pequeña casa de máquinas.
En las labores más sencillas de su actividad ganadera comenzó a trabajar muy niño el que luego se convertiría en uno de los grandes toreros del siglo XX, Curro Romero.
Ignacio Vázquez renovó por completo el viejo concepto del gran propietario andaluz, rentista y absentista, dirigiendo sus numerosas explotaciones directamente.
Pionero de la agricultura contemporánea, fue fundador y presidente del sevillano Círculo de Labradores y Ganaderos y el primero en importar utillaje para la mecanización de las labores agrícolas, empleando locomóviles o trilladoras importados desde Inglaterra, haciendo incluso demostraciones públicas del mismo en Gambogaz.
[12] Sin embargo, asociaciones memorialistas y el Ayuntamiento de Camas han impulsado esfuerzos para que la finca sea declarada Lugar de la Memoria Histórica y pase a ser propiedad pública.