El joven Santí corrió junto a su padre a exigirle que le permitiera irse al seminario, logró convencerle y fue así que el 3 de septiembre de 1935, Santí Spessotto Zamuner partió para el Convento de San Daniele ubicado en Lonigo,[3] llevando consigo en su valija la ropa que su tía María le había preparado, así como unos pocos ahorros para algunos gastos indispensables.
[5] Todo esto se desarrolló en el Convento San Pancracio en Barbarano Vicentino, ubicado en un lugar solitario, sobre una colina, allí se vivía bajo el lema «O beata solitudo, o sola beatitudo».
El primer año de teología lo cursó en el Convento del Santuario di Madonna di Rosa (Santuario de Nuestra Señora de la Rosa), en San Vito al Tagliamento, en dicho Convento Fray Cosme fue intervenido quirúrgicamente a causa de una úlcera, debido la situación bélica no era posible el uso de anestesia, Fray Cosme se sometió a la operación soportando los dolores, pidió a una monja que le diera un crucifijo y apretándolo en su mano logró soportar todo, provocando la admiración del personal médico.
[5] En aquellos días la Provincia italiana de San Antonio de Padua en Véneto, tenían misión en la China Central, tiempo en el que Mao Tse-Tung estaba al frente de la revolución maoísta que perseguía y mataba a los sacerdotes que osaran predicar la religión occidental, el cristianismo.
Pero que Dios guíe tus pasos y te proteja en tu misión.
En Centroamérica existía crisis religiosa por el descuido del clero de cara a sus fieles.
Atendió por espacio de tres años dicha Parroquia que constaba de tres municipios, San Pedro Nonualco, Santa María Ostuma y Mercedes La Ceiba.
Le encantaba sembrar uvas y compartirlas, sobre todo, con los niños y niñas del pueblo a quienes era cercano: Se quedaba a jugar con los acólitos, en bicicleta, patineta u otro juego.
Promovió movimientos como Caballeros de Cristo Rey; impartía catequesis; era eminentemente eucarístico y mariano: Preparaba catequistas.
No quería católicos cobardes, sino valientes como buenos y heroicos soldados de Cristo.
En muchas ocasiones la Iglesia parroquial de San Juan Nonualco quiso ser tomada por la Guerrilla como por la FAES algo que Fray Cosme nunca permitió.
Se llegó al punto de haber recibido en varias ocasiones notas anónimas donde se le amenazaba de muerte si no abandonaba San Juan Nonualco.
Valientemente asumió el riesgo, escribió una carta (Testamento Espiritual del Siervo de Dios Fray Cosme Spessotto) donde aceptaba su martirio y perdonaba a sus verdugos, instaba a sus feligreses a ser valientes soldados de Cristo con promesa que continuaría ayudándolos desde el cielo.
Lavar con la sangre, vertida por Cristo, todos mis pecados, defectos y debilidades de la vida pasada, sería un don gratuito del Señor.