Costumbrismo andaluz

Asimismo y de manera progresiva a lo largo del siglo xx, especialmente durante el franquismo, los estereotipos del “tópico andaluz” dieron lugar a un subgénero cinematográfico anclado en el costumbrismo andaluz más folclórico.

Esta idea, que se había ido formando desde los momentos inmediatamente posteriores a la Reconquista, debido a repoblación de la región con gentes de toda España que buscaban un futuro mejor en las tierras recién incorporadas al Reino de Castilla, acabó consolidándose con el Descubrimiento de América y el consiguiente comercio indiano centrado primero en Sevilla y luego en Cádiz.

[6]​ Desde entonces esta visión no perderá vigencia hasta que los viajeros románticos, sobre todo franceses y anglosajones, con su gusto por lo exótico y extraordinario, lo reaviven en su libros recogiendo las costumbres más peculiares de la tierra andaluza, formando un verdadero corpus etnográfico y literario, que irá condicionando para siempre la imagen literaria romántica de Andalucía.

Asimismo el dialecto andaluz suele estar presente en las creaciones literarias a través del uso de andalucismos; locuciones y giros propios de dicho dialecto.

El costumbrismo pictórico andaluz, con sugerentes raíces en las escenas de género de Murillo,[8]​ acoge una bien nutrida escuela, desde sus más tópicos y coloristas representantes como, por citar una muestra, Joaquín Turina y Areal, hasta representantes puros del romanticismo como José Domínguez Bécquer, su primo, Joaquín Domínguez Bécquer, o pioneros como Manuel Cabral Aguado Bejarano, Manuel Rodríguez de Guzmán y Ángel María Cortellini, entre muchos otros pintores.

Nuestra Señora de Andalucía obra de Julio Romero de Torres, pintada en 1907, como epílogo ya del costumbrismo andaluz, fundiendo el Simbolismo con el Regionalismo .
Chorrojumo , icono gitano granadino tocado con un catite .
La Feria de Sevilla , pintada en 1852 por Andrés Cortés y Aguilar .