Crisis económica alemana (2022–presente)

El país, que había sido considerado la potencia económica de Europa en décadas anteriores, se convirtió en la economía principal con peor desempeño a nivel mundial en 2023, con una contracción del 0,3%, seguida de un crecimiento mínimo en 2024 tendiente a la recesión.

Entre 2005 y 2019, Alemania atravesó un período de fortaleza económica, al que a menudo se denomina el "milagro del mercado laboral".

[9]​ [10]​ Sin embargo, la Unión Europea (UE) indicó que reduciría su dependencia del gas de Rusia en dos tercios en 2022.

Habek señaló que Alemania había experimentado un crecimiento lento desde 2018, atribuido a una combinación de problemas estructurales internos y desafíos globales externos.

La crisis presupuestaria se complicó por los desacuerdos sobre cómo eludir el freno de la deuda (en alemán : Schuldenbremse), una regla fiscal implementada en 2009 para limitar el déficit presupuestario a sólo el 0,35% del PIB y limitar la deuda que los gobiernos federal y estatales pueden emitir anualmente.

[17]​ [18]​ El freno a la deuda, si bien es una piedra angular de la política fiscal alemana, ha sido eludido con frecuencia desde su inicio.

En 2023, había aproximadamente 29 fondos de este tipo que operaban fuera del presupuesto federal.

[17]​ Tras intensas negociaciones, la coalición del canciller Olaf Scholz alcanzó un compromiso en diciembre de 2023.

[17]​ El periodista político Matthew Karnitschnig calificó este dilema como "la crisis más alemana de la historia".

El sector servicios también sufrió una fuerte caída que lo llevó a su punto más bajo desde febrero de 2024.

Clemens Fuest, presidente del Instituto Ifo, caracterizó la situación afirmando: "La economía alemana está cayendo cada vez más en crisis".

Esta cifra representó el nivel más bajo de inversión extranjera desde 2013 y marcó un descenso respecto del 37% en 2023.

El banco italiano UniCredit aumentó su participación en Commerzbank al 21%, lo que generó especulaciones sobre una posible adquisición.

Esta escasez de oferta, sumada a la alta demanda, provocó que los alquileres se dispararan en todo el país.

Los consumidores más jóvenes, en particular, se enfrentaron a mayores niveles de deuda, lo que les dejó con menos ingresos disponibles para compras discrecionales.

[26]​ Simultáneamente con el deterioro del clima empresarial, el empleo en Alemania cayó a su ritmo más rápido en cuatro años.

Esta tendencia se observó en las encuestas del sector privado, lo que indica una desaceleración económica más amplia.

Desde la década de 1980, varios gobiernos alemanes se habían comprometido a reducir las cargas burocráticas y promover la inversión.

La situación se complicó aún más por las regulaciones de la Unión Europea, que según algunos economistas crearon desafíos administrativos adicionales para las empresas.

Esta brecha fue cubierta principalmente por gas natural ruso, aumentando inadvertidamente la dependencia de los vínculos con Rusia.

[13]​ Markus Krebber, director general de la empresa de energía renovable RWE, advirtió que la crisis energética podría provocar daños permanentes a la industria alemana debido a que los precios del gas se volverán estructuralmente más altos en comparación con los países europeos.

El tribunal constitucional también dictaminó que los intentos de aumentar considerablemente el gasto en el presupuesto federal eran ilegales.

Muchas empresas del sector inmobiliario se vieron incapaces de pagar sus deudas, lo que limitó su capacidad para nuevas inversiones y proyectos en curso.

[2]​ El FMI recomendó que Alemania hiciera esfuerzos para ampliar la participación en la fuerza laboral, en particular entre las mujeres, mejorando el acceso al cuidado infantil y reduciendo los impuestos a los asalariados secundarios en las parejas casadas.

La crisis demográfica, sumada a la huelga política y las medidas de austeridad, limitaron la capacidad del gobierno para invertir en las reformas necesarias.

Los fabricantes de neumáticos Michelin y Goodyear planean cerrar varias plantas alemanas.

[30]​ En 2021, el Partido Socialdemócrata (SPD), dirigido por Olaf Scholz, logró un éxito inesperado en las elecciones federales, con resultados especialmente sólidos en el estado federado oriental de Brandeburgo.

Este éxito se atribuyó en parte a las promesas de reformas económicas, como el aumento del salario mínimo.

[23]​ El desafiante entorno económico provocó una notable tendencia por parte de las empresas alemanas a aumentar sus inversiones en el extranjero, particularmente en Estados Unidos.

Grandes empresas como Volkswagen, Mercedes-Benz y RWE aumentaron significativamente su inversión en ese mercado.