Además, en enero de 1755 el alcalde primero de Cartago Tomás López del Corral dio orden para que los vecinos que vivían dispersos en el valle de Aserrí se pasaran a vivir a esa población, con la amenaza de graves penas, porque las pocas casas que en ella habían construido no las habitaban y se habían caído.
El gobernador nombró en su lugar a otras personas, pero todas se excusaron por la imposibilidad de prestar la fianza.
El 8 de octubre de 1754, debido a que sencontraba bastante enfermo, dirigió una carta a don Alonso de Arcos y Moreno, presidente de la Audiencia, en la que le manifestaba: “Muy Ilustre Señor= Señor= Habiéndome constituido el continuo afán del gobierno de estas provincias en el sistema de una debilitada salud, a la que molestan incesantemente muchos accidentes, y con mayor mortificación uno habitual para cuyos malignos resultos no ministra este país remedio proporcionado, me tomo el honor de acceder al solio, y dosel de Vuestra Señoría para representar el deplorable estado en que me hallo con la confianza de impetrar el alivio que no sabrá negarme la piedad de Vuestra Señoría cuando es exigido de aquel primer derecho que la naturaleza imprime a todo subsistente para promover su conservación: y no descubriendo para la mía más proporcionado remedio que la de internarme a esa ciudad, en que la pericia de los físicos y la copia de medicamentos facilitan la recaudación de la salud, que miro imposible en la inopia de todo que se padece en este desierto, paso a suplicar con todos los rendimientos del ánimo más submiso, se digne Vuestra Señoría de concederme licencia para buscar el consuelo que tanto necesitan mis dolencias en esa ciudad, proveyendo en el gobierno de estas provincias alguno de los sujetos que residen en ella que las gobierne como mi teniente, hasta que restablecido en mi salud pueda volver a continuar mis trabajos en el restante tiempo que me falta para llenar el que la Real Persona se sirvió concederme por su real cédula, que es hoy tan corto, que el día catorce del mes de marzo del año próximo futuro de mil setecientos cincuenta y cinco se habrán cumplido los cinco años de mi posesión que es el término que me prescribió la real mercede con que se dignó honrarme la Real Persona.
Vivo en la persuasión de que será útil al gobierno de este país, que yo pueda exponer a Vuestra Señoría el infeliz sistema que hoy lo aflige para que consultados puedan aplicarse más eficaces los remedios; y no es asequible sin una prolija dilatadísima narración que lo ocupe abultado volumen dar por escrito una representación que se puede concluir con más utilidad en pocas horas de verbal conferencia.
Posteriormente se trasladó a Santiago de Guatemala, donde murió.