Se interesó igualmente por Rusia y su revolución, llegando a traducir en los años treinta a Máximo Gorki, Gógol, Tolstói, Leónidas Andréiev, Isaac Steinberg, Iván Turgenev, León Lunts, en concreto el volumen Teatro revolucionario ruso.
Fuera de la ley (Lunst); La moneda falsa (Gorki); El que recibe las bofetadas (Andreief).
41 semblanzas, 1944) o alguna biografía de tema y tono acordes con los nuevos tiempos (La España Imperial.
En vida gozó del éxito, llegando incluso sus obras a editarse en diversos países de Iberoamérica.
Perteneció además a la promoción de la colección El Cuento Semanal (1901-1920), fundada por Eduardo Zamacois.
Tras la guerra disminuyó su labor literaria, debido quizás a la muerte de su hijo Horacio en una operación.