Entre este «bocadillo» de finas capas crujientes se suele poner una fruta fresca de temporada (a menudo manzana, pera o arándanos en verano, etc.), a veces empapada en algún licor local.
Seguramente su origen es árabe y se sabe que fue introducido en los Pirineos en el Medievo.
Se hace una entera y se corta a pequeñas rebanadas con mucho cuidado de no romper demasiado las láminas.
[1] En la época medieval existían versiones saladas rellenas de carne picada aromatizada con licor, o pescado, que ahora son menos frecuentes.
[1] Algunas preparaciones similares a las crostadas saladas son las empanadas saladas, como la empanada gallega de pescado o las de carne guisada británicas (pie).